Nadie puede salir del estado de pecado y santificarse sin que se le aplique la sangre de la Redención.

            Papa San León Magno, carta dogmática a Flaviano, Concilio de Calcedonia, 451:
“Dejad que preste atención a lo que el bienaventurado apóstol Pedro predica, que la santificación por el Espíritu se realiza por la aspersión de la sangre de Cristo (1 Pedro 1, 2), …Tampoco hay que resistir el testimonio del bienaventurado Apóstol San Juan: la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado (1 Juan 1, 7);  Porque tres son los que testifican: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres se reducen a uno solo (1 Jn. 5, 4-8). EN OTRAS PALABRAS, EL ESPÍRITU DE SANTIFICACIÓN Y LA SANGRE DE REDENCIÓN Y EL AGUA DEL BAUTISMO. ESTOS TRES SON UNO Y PERMANECEN INDIVISIBLES. NINGUNO DE ELLOS ES SEPARABLE DE SU VÍNCULO CON LOS DEMÁS[1].

      Y si esto no fuera suficiente para probar que la carta del Papa San León es sin duda infalible y dogmática, téngase en cuenta el hecho que también fue aprobada por el Papa Virgilio en el Segundo Concilio de Constantinopla (533)[2] y por el Papa San Agato en el Tercer Concilio de Constantinopla (680-681)[3]. También fue confirmada infaliblemente por una serie de otros Papas, incluyendo: el Papa San Gelasio, 495([4]), el Papa Pelagio II, 533([5]), y el Papa Benedicto XIV, Nuper ad nos, 1743([6]).

     Papa San Gelasio, Decreto, 495: “Igualmente la carta dogmática del bienaventurado Papa León a Flaviano (…) si alguno disputare de su texto sobre una sola tilde, y no la recibiere en todo con veneración, sea anatema[7].

      Ahora, en la sección de la carta dogmática del Papa San León, anteriormente citada, él trata de la santificación por el Espíritu. “Santificación por el Espíritu” es el término aplicado para la justificación del estado de pecado. La justificación es el estado de gracia. Nadie puede llegar al cielo sin la santificación por el Espíritu [la justificación], como admiten todos que se profesan católicos. El Papa San León afirma, por la autoridad de los santos apóstoles Pedro y Juan, que esta santificación por el Espíritu se realiza por la aspersión de la sangre de Cristo. Es sólo mediante la recepción de esta sangre de Redención, demuestra él, que uno puede cambiar del estado de Adán (pecado original) al estado de gracia (justificación/santificación). Es solamente por esta sangre que la santificación por el Espíritu surte efecto. Este dogma fue definido también por el Concilio de Trento.

Papa Pablo III, Concilio de Trento, sesión 5, del pecado original, ex cathedra: “Si alguno afirma que este pecado de Adán () se quita por las fuerzas de la naturaleza humana o por otro remedio que por el mérito del solo mediador, nuestro Señor Jesucristo, el cual, hecho para nosotros justicia, santificación y redención (I Cor. 1, 30) nos reconcilió con el Padre en su sangre; o niega que el mismo mérito de Jesucristo se aplique tanto a los adultos como a los párvulos por el sacramento del bautismo, (…), sea anatema”[8].

Papa Pablo III, Concilio de Trento, sesión 6, cap. 3, ex cathedra: “Más, aun cuando Él murió por todos, no todos, sin embargo, reciben el beneficio de su muerte, sino sólo aquellos a quienes se comunica el mérito de su pasión[9].

Extracto tomado del libro: «Fuera de la Iglesia no hay Salvación». Monasterio Sagrada Familia

2 pensamientos en “Nadie puede salir del estado de pecado y santificarse sin que se le aplique la sangre de la Redención.

  1. jorge clavellina 4 junio, 2013 en 5:41 AM Reply

    Hola Johanny, sigue con tu blog, es muy bueno.

  2. mjohanny9 4 junio, 2013 en 12:27 PM Reply

    Gracias Jorge por darme ánimos, muy amable, continuaré con el favor de Dios y la Virgen. ¡SM!

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